Viernes que trae amarradas las horas…el destiempo.
Siento una profunda ira y rabia que carcome mi alma,
que no me deja respirar. Abandonarme a lo absurdo
es lo que deseo, y es que todo es tan ausente,
tan estático. Me acaricio el rostro. Lloro. La luna habla,
las estrellas sollozan. Me consuelan. Gime Benedetti y
las soledades. Quisiera pensar en algo extraordinario.
En el nacimiento del hombre, en Adán y Eva, en la
conquista de América. Quisiera levantar mis brazos,
escribir sobre el cielo azul terciopelo, clasificar los
pétalos de una rosa, consentir a un perro, revivir
una novela de Caicedo y gritar a todo pulmón: ¡Soy única!
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