No niego que atención pido al
silencio que en noches oscuras
blasfema con grandeza mi nombre
arañando las paredes cuyo olvido
traspasa los azulejos. Allí, habita
la boca del infierno que espía
con fuerza y maña, mientras que su
alma envenena la morada desierta,
donde huye el dolor, que no entiende
de penas ni de condenas. Sus voces
miserables y sin consuelo, aguardan
el destierro que nace con espinas
donde alguien llora triste sobre
su pecho. No niego que atención pido
al silencio para que en noches oscuras
no penetre en mi, la rutina que invita
al miedo y al desasosiego.
silencio que en noches oscuras
blasfema con grandeza mi nombre
arañando las paredes cuyo olvido
traspasa los azulejos. Allí, habita
la boca del infierno que espía
con fuerza y maña, mientras que su
alma envenena la morada desierta,
donde huye el dolor, que no entiende
de penas ni de condenas. Sus voces
miserables y sin consuelo, aguardan
el destierro que nace con espinas
donde alguien llora triste sobre
su pecho. No niego que atención pido
al silencio para que en noches oscuras
no penetre en mi, la rutina que invita
al miedo y al desasosiego.
Carlotta De Borbonet ©