Bajo la línea de fino trazo,
un búho de cabeza blanquecina,
ojos azules y de mutismo casi
irreverente, posaba inquieto
aguardando la esperanza sobre
las sienes de la profunda noche
que armada de misterio hizo sacudir
las alas, donde el invierno se pinto
de primavera, y el rocío empapo las
calles de sentimientos triunfales
hechos de ritmo y armonía. Titilando
los cielos ya de color rojizo por el
amanecer, el búho esquivo abrió sus
alas y se abalanzo por los aires,
cortejando con los remolinos de
viento, mientras el sol se refugiaba
detrás de sus alas. Hacia el Sur, se
dirigió remando con sus alerones donde
largos días y crepúsculos silenciosos
acompañaran sus vuelos, allí sobre el
cielo roto, retoñarán gotas estelares
donde se despiden las almas que
de la tierra brotan, podando suspiros
que se convertirán en remolinos de
viento y que serán haladas por aves
que harán recordar los nombres de
aquellos que alguna vez vivieron y
que ahora, como auroras boreales
iluminan el mundo de los que aun
seguimos vivimos.
Carlotta De Borbonet ©
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