No encuentro la victoria celeste
que recobre el cariño, y que envuelva
los caminos de deseos que galopen
en mi corazón. He derrochado la
vida por cielo y tierra, y de a mitades
naufragan los recuerdos de infancia
que vagan por las calles, barridas por
los vientos gastados, de destinos sin
dirección ni alojamiento.
La vida reclama, mientras la muerte
espera como un arroyo sin caminos a
la mar, pero la vida prevalece, frágil,
distante y sin anhelos. Acorralada está
ella, marchita y sin llamarada que la
alumbre, se esfuerza, lucha, se resiste,
mientras un afecto profundo llega, y así
transformar el gemido en consuelo.
El corazón ciego y derrochado como un
cadáver, cosido por hilos de perdón que
descansa sobre sus latidos, mientras un
clamor de victoria aplaca su sufrimiento.
Besar al amor quisiera, que me ayude ante
este fatal derrumbamiento, pero aumenta mi
infortunio, ya la muerte ha anunciado mi
nombre, estoy perdida en lontananza,
las flores se marchitan, caen las hojas
mientras mi alma asciende al cielo.
Los astros se estremecen de esta pena
mía que ya no tiene importancia, enfrentaré
cara a cara a la muerte, y pintare los cielos
con los colores del arco iris para firmar en
el firmamento, mi recuerdo; descansar es lo
que deseo, porque estoy muy triste, y de un
soplo quiero apagar este infierno.
Carlotta De Borbonet ©
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