Img. Ruel Pascual.
Se mecen los vientos
inmóviles de estatuas,
de selvas encantadas
y de campos feroces,
donde la tierra revela
la fuerza violenta y
salvaje que huye vacía
como un árbol ciego.
Los roncos ecos cantan
angustias y placeres,
pregonando el triunfo
bautizado con sangre
humana, y como si
fueran ríos, lloran en
pena las ninfas
oceánicas que torturan
las sombras con sus
manos sosegadas.
Bajo el espectro
brumoso del ayer,
palpitan relámpagos
y ruegos, donde un
dulce niño, arranca
las faldas huracanadas
en un feliz torbellino.
Euterpe ©
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