Supongo que es por la edad
y por la espesura del tiempo
en el que mi rostro anegado
a dejado olvidado en las aguas
del mar rojo su desnudez turba,
donde el deseo ha cubierto con
un suspiro su aliento apaciguando
la música que desciende de los
cielos. Sus labios hambrientos
arrasan devorando los rascacielos
donde poemas siembran palabras
que se deslizan entre los sueños y
el olvido vagabundo, que desvanece
el amor consumado que se encuentra
sobre nuestro lecho y en las paredes
del techo. Supongo que es por la
edad y por la espesura del tiempo que
el corazón intenta responder al
desgaste de nuestro cariño y a las
ilusiones que se alejan justo cuando
empezaba amarlo con deseo.
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