Ya todo queda como una gran casa vacía,
nos retiramos de la vida, envejeceremos en el abandono de los pasos y las voces
sin eco. Mientras creemos que no estamos locos y que el planeta anda dando
vueltas tras una estrella y un espacio que no es vacío, en un tiempo que es
nuestro y de nadie más. La sabiduría nos susurra a los oídos, con eso que
debemos contentarnos, con eso que ahora resulta realizable como los sueños que
conocemos, que no requieren de explicaciones pero si de preguntas, de esos
sueños que circulan en los ríos y donde los silencios se callan de otra manera,
por causa de ese suelo intacto a los golpes del destino y que se reblandece de
momentos que no avisan cuando vienen.
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