Intentamos encontrar en nosotros un
rascacielos, que ayude a ver en nosotros eso que no logramos comprender. Si
hemos de hallarnos en frente de un vacío o frente a un alto muro, hemos de
construir un puente o escalar con orgullo los diferentes obstáculos que ha de
ponernos la vida, porque no hay mar que no se pueda cruzar, río que no se pueda
nadar, ni cielo que no se pueda volar. La vida como un mar, río y cielo ha de
ser los caminos que hemos de abordar; y al estilo de una epopeya Dantiana
desembocaremos en un poema sublime, dentro de un lirismo casi profético, antes
de terminar en el purgatorio del desespero y la desolación.
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