La vida es precisamente eso, un despliegue de formas que se trepan sobre las mejillas rotas, donde las migajas tristes deshojan las fuerzas y el espíritu generoso se desprende del azar y del tiempo. Bienaventurados los poetas que son cubiertos por las sombras de la duda mientras los días se desaguan sobre un enjambre de moscas donde los recuerdos pierden la cordura y se hunden los miedos. Cierra los ojos, vive tranquilo y escucha la música de Hector Lavoe mientras te convences a ti mismo de olvidar los anacronismos y el sinsentido de la existencia; acuérdate solamente de ti, mira de frente al destino, inclina la cabeza y susurra tu nombre... emborráchate de tu aliento, regálate una estrella y corre el riesgo de encontrar en ti mismo el poder de nacer de nuevo.